Presentada como esencial para garantizar la continuidad del negocio, la competitividad y el crecimiento empresarial, la transformación digital ha sido un foco de atención para las empresas durante varios años.

 

Como consecuencia, podemos suponer que esta evolución de las organizaciones y su método de funcionamiento se extienden ahora a todo el tejido económico e institucional, independientemente del país. Pero, ¿es esto cierto y no hay un desajuste entre lo que se ha dicho y la realidad?

Aunque en 2019, dos tercios de las empresas estimaron que habían hecho progresos en este ámbito, la respuesta a esta espinosa pregunta parece ahora evidente dado el período de bloqueo que acabamos de experimentar. Cabe señalar que muchas empresas no estaban tan preparadas como dijeron para pasar al modo 100% digital de la noche a la mañana.

De hecho, este período de confinamiento fue una verdadera prueba de choque para el nivel de preparación de las empresas y su capacidad de ciber-resiliencia. Durante nuestras operaciones de soporte, vimos que muchas infraestructuras de TI fueron dimensionadas para soportar no más de un tercio de sus empleados en teletrabajo. Un estudio reciente de Malakoff-Humanis confirma esta cifra al afirmar que sólo el 30% de los empleados del sector privado trabajaban a distancia en 2019. Desafortunadamente, esto no es suficiente para garantizar la plena continuidad de las actividades en muchos sectores.

 

Evolucionar su organización para mantenerse en el negocio

Durante el confinamiento, muchas empresas tuvieron que adaptarse para poder continuar, a veces con aceleración forzada, dependiendo en gran medida de la tecnología digital mediante un aumento masivo de la capacidad de teletrabajo, la sustitución de eventos físicos por virtuales, la formación impartida en forma de aprendizaje electrónico, los servicios de consultoría o consultas médicas realizadas a distancia, el lanzamiento de servicios de reparto con pedidos online para la venta de productos y comidas preparadas, etc.

Las empresas que pudieron iniciar una verdadera transformación en este ámbito están ahora en la mejor posición para limitar el impacto de la crisis en sus negocios. La transformación digital ya no es sólo una cuestión de rendimiento y productividad; es claramente un medio de supervivencia. A la luz de estos hechos, parece claro que las empresas tendrán que consolidar o reinventar los cimientos de una nueva organización en la que la tecnología digital desempeñará un papel central.

Además, la nueva posición estratégica de la tecnología digital para garantizar la sostenibilidad de las empresas y la continuidad de los servicios públicos también pone de relieve la necesidad absoluta de prever su protección. Ahora más que nunca, la ciberseguridad debe ser una responsabilidad colectiva fundamental.

 

Una prioridad fundamental para los sectores más sensibles

Si bien la transformación digital afecta a todos los interesados, es aún más crucial garantizar el buen funcionamiento de las infraestructuras críticas y operativas, especialmente en los ámbitos de la energía, la gestión de recursos hídricos, la defensa o la salud. A ese respecto, es esencial crear organizaciones que sean resilientes a todos los riesgos posibles, incluidos los ciber-riesgos, que constituyen una amenaza real, como lo demuestran, entre otras cosas, los recientes ataques contra hospitales. Las organizaciones críticas deben continuar su transformación digital y proteger su infraestructura para continuar con el cumplimiento de su misión vital para millones de personas.

 

No caiga en el olvido

Después de la crisis, el principal peligro será pensar que podemos volver a nuestros métodos de trabajo anteriores y pretender que esta situación excepcional no pueda volver a ocurrir. El electroshock que hemos sufrido debe ayudarnos a identificar con mayor precisión las lagunas que la tecnología digital puede llenar y las mejoras que puede aportar en cuanto a la continuidad operativa, la gestión de la relación con los clientes, las comunicaciones internas y externas y la creación de valor en la oferta de productos y servicios, pero también para el mantenimiento de las conexiones sociales cuando la distancia es la regla. Los proyectos de transformación digital y las cuestiones de ciberseguridad asociadas ya no deben considerarse como temas puramente técnicos, sino como una fuente de resiliencia del negocio y una prioridad máxima para todos los altos directivos.

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